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Capítulo 10 El Gobierno de Dios, Libro 1

13. De modo que sed bendecidos por la mano del Poder y de la Fuerza del eterno Amor del Padre santo, y también por la Fuerza del Espíritu que es santa por surgir de Nosotros dos... ¡Fecundaos y reproducíos, y repoblad la Tierra con el fruto vivo de esta Bendición!

14. Y cada vez que os unáis por la causa de esta Bendición, ¡antes sacrificadme vuestros corazones! Porque si esto lo omitís, la serpiente ––que todavía vive y continuará viviendo eternamente en la ira de la Divinidad–– echará a perder vuestro fruto en vosotros... Y tú, Eva, más todas las demás de tu sexo, en vez de frutos bendecidos alumbraréis frutos de perdición. Estos, en gran número, van a estropear a los hijos de la Bendición y de la Luz, y sus estragos no tendrán fin... Y vosotros, en herencia, dejaréis el pecado a todos; con lo que vuestra culpa será manifiesta hasta en los tiempos de los tiempos y después.

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