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Capítulo 15 El Gobierno de Dios, Libro 1

15. Como no encontró nada, se dirigió de nuevo a Abel: «Hermano, tengo mucha hambre de un alimento que da la vida y que no, como la carne y la sangre de la serpiente, acarrea la muerte. Hermano, como desde el fondo de mi ser me volví consciente de lo que fui entones y de lo que soy ahora, siento un gran arrepentimiento y junto con este una gran hambre y una sed ardiente del Amor divino y su gran Misericordia. Porque ve, cuando lloro no tengo voz y mi arrepentimiento no produce lágrimas... Por esto, ¡sáciame con la voz del Amor y calma mi gran sed con las lágrimas del arrepentimiento!

16. Yo te digo: Yo, el más grande, me reduje a polvo... yo, el más fuerte, me volví más débil que un mosquito... y yo, el más resplandeciente, me quedé más oscuro que el centro de la Tierra...

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