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Capítulo 6 El Gobierno de Dios, Libro 1

La correspondencia de las estrellas

1. Ahora alza tu vista desde la Tierra hacia el Sol, ¡que es un fiel retrato de los renacidos!... Si te fijas bien, verás que de vez en cuando se presentan manchas en su cinturón. “Conforme a la naturaleza”, decís, “se trata de erupciones desde su interior, parecidas a las de los volcanes en nuestra Tierra”. Os digo que son arrebatos de ira de la Divinidad y pequeñas manifestaciones de su gran Poder destructor que en el ámbito de la naturaleza de la Tierra frecuentemente se muestran en forma de temporales. Pero en el Sol, en estas ocasiones, el Amor se vuelve tanto más activo y apacigua todo con mareas vivas del mar ilimitado de su Gracia misericordiosa. Y ves, todo vuelve a entrar en su mejor Orden. Porque fuera de este Orden dentro del cual fue hecho todo lo que existe y en el que Yo desde eternidades soy el eterno Amor mismo, nada puede existir ni originarse. El que hace mal uso de su libertad y viola este Orden, él actúa en contra del Amor y de la Vida y perecerá eternamente.

2. Ahora acabas de ver el Sol y de enterarte de su naturaleza –– una naturaleza que es simple y que tiene que ser así, para poder conservarse para la finalidad para la cual el Orden del Amor la ha previsto.

3. Ahora dirige tu visión hacia el renacimiento del espíritu... al pueblo de Dios, a la Ley del Amor, y a la Vida en toda libertad en la Luz de la Gracia que emana de las aguas de la Misericordia –– y el Sol se descubre ante tu vista, sin que nada te quede oculto...

4. También el Sol tiene sus polos, desde los cuales toda su luz y su calor (que emanan del centro del sosiego de la Gracia) se derraman sobre toda su superficie; y si sus polos no se encontraran en ese sosiego, entonces el Sol no tendría luz... Porque mira: El sosiego es un parámetro imprescindible para la absorción de la luz y del calor, y tiene que ser igual que el sosiego del Amor en Dios, porque únicamente en el sosiego mora la receptividad para la Vida y la Luz.

5. Cuando el cielo está sereno, también el suelo lo agradece; pero cuando empiezan fuertes vientos, pronto también se presentarán nubarrones y empezará a oscurecer.

6. Vuestras avideces son como los vientos violentos que os colman de toda clase de preocupaciones que en vosotros cortan el flujo de la Luz de la Gracia, al igual que el viento que empuja las nubes que cortan a los rayos de la luz el paso a la tierra.

7. Por esto os digo que no os preocupéis, sino cargadme de todas vuestras preocupaciones a Mí, para que permanezcáis en sosiego y Yo pueda continuamente fluir en vosotros.

8. Para que ningún lado de la Tierra quede sin luz, ella está continuamente en rotación alrededor de su eje, pero sus polos se encuentran en absoluto sosiego. Todo esto es conforme a mi Orden y es realizado por el Poder de mi Amor... De la misma manera también todas vuestras acciones deben surgir de mi Amor que, ya desde el principio, está en vosotros y que, conforme a vuestra facultad de percepción, también os llega por la Palabra del eterno Amor de la Ley de la Gracia y de la Misericordia. Al igual que la noche da alivio a la misma Tierra, el Amor os aliviará a vosotros... e igual que la Tierra es iluminada por la luz del día, vosotros seréis iluminados por la Luz del Sol de la Gracia.

9. Debéis ser como el invierno que dentro de su sosiego es frío... pero precisamente por ello tiene la mayor receptividad para el calor hasta en las entrañas más profundas de la Tierra. Y allí donde ha llegado el invierno, pronto también llegará la primavera que se parece a los primeros indicios del amor en vosotros... Y llegará el verano con su máxima actividad vital del amor que, por la Gracia, se volvió fuerte en vosotros... Y llegará el otoño con los frutos de las obras del amor y de la Gracia. Y en la Gracia entraréis como renacidos en la Vida del Sol donde veréis el semblante de vuestro Padre santo... y donde mediante la gran Fuerza de la Gracia, del Amor y de la Misericordia de Él alumbrar todo el mundo, parecido al Sol...

10. Pero aquel que no es como la Luna ni como la Tierra, tampoco puede volverse como el Sol, sino más bien sólo como un cometa que no tiene consistencia: toda su composición no es sino algo robado de las emanaciones de la Gracia de los Soles, su trayecto es desordenado como los caminos de los ladrones y, por el miedo de la Luz, es empujado de un universo a otro... No encontrará sosiego alguno, pero la Luz le perseguirá en todos sus caminos, iluminando su nulidad.

11. Finalmente le tocará la suerte de las estrellas fugaces que, expulsadas de la Gracia por su nulidad, serán destruidas por el robo de la Gracia: la misma Luz robada las aniquilará... Con lo que dejarán de existir, igual que los frutos de los árboles que surgieron demasiado pronto ante la luz, antes de que el Amor los hubiera consolidado... Porque por la falta de una relación suficientemente intensa con el Amor, se volverán cada vez más flojos y caerán del árbol al suelo, aplastados.

12. De modo que ahí tienes a los Soles, las Tierras, las Lunas, los cometas y las estrellas fugaces conforme a su importancia.

13. El Espíritu del Amor y de la Gracia mora en vosotros y en toda verdadera Sabiduría. Quien lo percibe averiguará todo hasta en las profundidades más profundas... examinará a los muertos y ellos le contestarán... descubrirá el interior de los vivos y su Amor y su Luz le encantarán... pondrá su oído en el suelo y la hierba le descubrirá los secretos del Amor, y la tierra le descubrirá sus profundidades... las montañas escucharán su voz, y el tono de su plática penetrará en las entrañas de la Tierra... y cuando él vea la mar, los rayos de su visión alumbrarán todas sus gotas y penetrarán en cada grano de arena... y las espiritualidades todavía presas en la materia, acudirán a la luz de sus ojos, igual que los peces y los gusanos del mar lo hacen cuando en la noche hay una antorcha encendida sobre la superficie... Así se dejarán pescar para ser liberados de su cautividad de la noche eterna, reconocerán el Amor y apagarán su sed con las aguas de la Misericordia.

14. Y ves, todo esto y mucho más os enseñará mi Espíritu –– si percibís su voz... Pero su voz no es alta sino muy baja... Y precisamente por ello penetra en todo como el Calor del Amor y la Luz de la Gracia y como la Fuerza del Amor misericordioso de vuestro Padre santo.

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