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Capítulo 1 El Gran Evangelio de Juan, Libro 3

El oráculo de Delfos

1. «Entre los griegos y romanos», prosiguió Julio, «hubo en todos los tiempos hombres que a pesar de no ser judíos ni haber sido formados en sus escuelas místicas, recibieron la inspiración divina y la reconocieron como tal.

2. Cuando en aquél tiempo Creso, el rey de los lidios, quiso hacer guerra contra los persas, seguramente tuvo mucho interés en saber de antemano si la guerra resultaría favorable o desfavorable para él. Pero ¿quién le iba a dar una aclaración sobre ello? Por eso pensó y dijo: “Existe una gran cantidad de oráculos de los cuales uno me podrá decir seguramente la verdad”. Y luego pensó: “Primero voy a poner a prueba a todos los oráculos y ya veré cuál es el más útil”.

3. Entonces cogió un cordero y una tortuga, los cortó en pequeños pedazos, los colocó en una olla metálica, cubriéndola con una tapa metálica, y puso todo sobre el fuego hasta que hirvió. Pero antes había enviado unos investigadores a Delfos y a Dodona, dos santuarios, así como a Anfípolis y Trofonios, dos adivinos de la Antigüedad, para que les preguntasen a los oráculos cien días después de la salida de Sardes, que con qué cosa estaba ocupado en este momento; pues precisamente estaba guisando el cordero y la tortuga en la forma antes descrita.

4. La mayoría de los oráculos dieron unas respuestas tan confusas que nadie hubiese sido capaz de interpretarlas. Sin embargo, el oráculo de Delfos habló como de costumbre en hexámetros:

5. “Mira, yo cuento los granos de arena, conozco las distancias en el mar, / incluso oigo al mudo y escucho al callado. / En este momento me llega un olor como si se estuviese guisando carne de cordero junto con una tortuga en una olla de metal. / El fondo es de metal y la tapa es de metal”.

6. A continuación de esta prueba Creso preguntó al oráculo de Delfos que si debería de hacer la guerra contra los persas. El oráculo contestó que si pasase por el hales, destruiría un gran reino. Luego preguntó al oráculo por tercera vez que si su imperio duraría mucho tiempo. La Pitia respondió:

7. “En su día un mulo mandará a los medos como rey, / entonces, lidio de pies ligeros, ¡huye hacia el pedregoso hermos! / ¡No dudes ni temas la vergüenza de correr cobardemente con prisa!”.

8. Según la explicación que el oráculo mismo dio después de la captura de Creso, habría que entender que la mula era Ciro, su vencedor, porque había sido engendrado por una meda distinguida, hija de Astiages, y por un padre persa que le fue sumiso.

9. Resulta que Creso mismo había preguntado en su día también al oráculo que si su hijo mudo no podría sanar, y recibió como respuesta:

10. “Lidio, aunque eres un príncipe poderoso pero de corazón ignorante, / ¡no busques escuchar en tu palacio la voz suplicante / del hijo que habla! Esto te corresponderá mejor. / Que sepas que él hablará sólo en el día más desgraciado”.

11. Y ved, el día en que Sardes fue conquistado, se lanzó un persa furioso sobre Creso para derribarle. Entonces el miedo soltó la lengua del hijo y este dijo: “¡Hombre no mates a Creso!”. Estas fueron las primeras palabras del hijo mudo y a partir de entonces pudo hablar para siempre.

12. Ved que este oráculo —como ya dije antes— no fue precisamente un templo de la verdad de la escuela mística judía. Pero ¿quién puede discutirle una inspiración divina después de los ejemplos verdaderos citados?».

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