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Capítulo 175 El Gran Evangelio de Juan, Libro 3

Acerca de la educación del corazón y del intelecto

1. «Aunque no sea un evangelio», le respondí, «no obstante, es una verdad que con el tiempo tendrá también su valor para curar a los hombres de muchas supersticiones. Porque los hombres en ningún ámbito mantienen tantas supersticiones como en él de la luz del cielo estrellado. Sin embargo, todavía no ha llegado el momento para enseñar a los hombres todos los conocimientos, sino ahora es preciso convertir las actuales larvas humanas en verdaderos hombres.

2. Esto sólo se puede lograr cuando el hombre se reconoce a sí mismo y luego también a Dios, amándole sobre todas las cosas. Una vez que el hombre se haya consolidado en la fe para poder recibir de Dios el Espíritu santo, se volverá también receptivo para las demás verdades que están todavía sin descubrir y las comprenderá.

3. Pero si se le llenase la cabeza con estos conocimientos, no las comprendería y se volvería loco.

4. Por tal motivo, el principio más importante es: Antes de conocer la ciencia, los seres humanos tienen que hacerse verdaderos hombres, de lo contrario la ciencia les hará más daño que beneficio, porque esta ocupa únicamente el intelecto que reside en el cerebro. Sin embargo, el corazón, siendo el fundamento de la Vida, sigue siendo basto y salvaje como él de una fiera, pudiendo hacer más daño con ayuda de la ciencia que sin ella, puesto que para un corazón despiadado la ciencia es un verdadero impulso para hacer barbaridades de toda clase.

5. Por consiguiente, amigos y hermanos míos, colocad a los ciegos primero la Luz de la Vida en el corazón para que ilumine el entendimiento del alma; luego también la ciencia resultará una bendición para el hombre.

6. Es cierto que puede ser loable saber muchas cosas para poder dar un buen consejo a las personas. No obstante, mejor es amar mucho y en verdad, porque el amor despierta y vivifica; la ciencia, por el contrario, sólo da satisfacción y luego se echa a descansar.

7. Por consiguiente, la ciencia puede resultar beneficiosa para el corto tiempo de esta vida, sin embargo, es perjudicial para la Vida del espíritu. Pero cuando con el tiempo surge de la Luz del espíritu, como suplemento, entonces posee también el calor de la Vida y vivifica como la luz del Sol que precisamente no solamente ilumina como ninguna otra sino que también vivifica y calienta todo lo que toca.

8. Creedme, todos los milagros que giran con sus órbitas en los espacios inconmensurables, moran ocultos en el espíritu de cada ser humano. Por consiguiente, esforzaos primero en que vuestro espíritu se despierte completamente; después vivenciaréis en vosotros claramente todo lo que no ha visto ojo alguno ni ha percibido sentido alguno.

9. Los hombres que verdaderamente reconocen y aman a Dios en Mí, el Hijo del Hombre, ya gozarán en esta vida de bienaventuranzas cuya magnificencia ningún ser humano ha experimentado jamás; pero por el camino de la ciencia pura ningún hombre las alcanzará. — ¿Entiendes esto, Cornelio?».

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