28. Vosotros decís que Dios, mediante Cristo, Su Hijo, no abolió en ningún punto los preceptos de Moisés, sino más bien que los ha confirmado en la última cena; y por tanto debería existir también una ceremonia de sacrificio. 29. ¡Pero yo, Pablo, un apóstol del Señor, y elegido por Dios, y que muy bien estoy lleno del Espíritu Santo; ¿cómo es que el Espíritu de Dios nunca me ha indicado hacer tales cosas a pesar de que fui, antes de mi llamado, un sirviente y esclavo del templo mucho más bribón que lo que vosotros jamás fuisteis?!
|