Capítulo 1 | Carta a Laodicea |
30. Pero ahora quiero deciros: ¡Cuando el Espíritu de Dios me despertó durante mi viaje a Damasco para perseguir a la joven comunidad de Cristo, lo primero que observé, incluso durante mi ceguera, fue que el Señor quiere ser honrado y adorado en Espíritu y en Verdad, pero nunca en una ceremonia! 31. ¡Porque Dios no encegueció a nadie antes de llamarle para su servicio; pero yo primero tuve que quedar ciego, para perder todo lo que es del mundo, antes de llegar a ser apenas uno de sus siervos más insignificantes! 32. ¿Pero por qué primero tuve que enceguecer? ¡Porque todo mi ser estaba enterrado en la materia del servicio al Templo y para que con la ceguera mi ser pudiera ser retirado de aquella materia! 33. Y si el Señor me ha llamado sin ceremonia, incluso durante mi ceguera, ¿por qué, entonces, iba yo a hacer una ceremonia de la última cena? |
Capítulo 1 | Vista móvil Aviso legal |