40. Que vuestras palabras, habladas a cualquiera, estén siempre sazonadas con amor y llenas de sal de la verdadera Sabiduría proveniente de Dios. De esta Sabiduría debéis sacar lo que vais a hablar con cualquiera, para que éste se entere de la gran diferencia que hay entre la Sabiduría divina y la sabiduría de los sabios del mundo. 41. ¡Y ahora yo, Pablo, pienso que no he omitido nada, para que quede muy claro lo qué está entre vosotros y que es una mala hierba venenosa; sí, es un árbol venenoso altamente dañino cuya transpiración ahoga toda vida; y, con esto, ya no tengo nada más en contra de vosotros!
|