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[GD 1.8.1] Acto seguido, el eterno Amor cubrió su faz y, conforme el número del Orden, se apartó durante un tiempo definido, ciego desde la profundidad de su Misericordia porque no quería ni debía saber qué iban a hacer los recién creados en el juicio de la Divinidad para aprobar la prueba de su libertad en el tiempo limitado de su estancia en la Tierra. El lugar que les estaba dado para vivir en la tierra firme fue un jardín en un valle, llamado paraíso, el país que más tarde manaba leche y miel... Fue precisamente aquel lugar que en el tiempo de los tiempos de la Obra más sublime del eterno Amor se llamaba y siempre se llamará Belén... Porque se trata exactamente del mismo lugar donde la eterna Palabra encarnada por primera vez iba a ver cómo la Luz de su Gracia desde el Sol, desde la Luna y desde todas las estrellas luce para la gota de la Misericordia. [GD 1.8.2] Y ve, en el juicio de la Divinidad que en su ira los puso a prueba, la avidez de Eva fue aumentando... Había en su jardín un árbol con las manzanas más preciosas y Eva tenía muchas ganas de probarlas. Por esto dijo: «Adán, tengo muchas ganas de probar esta fruta. Si tú quieres, voy a coger una y probarla, y luego te la pasaré a ti como mi primera ofrenda». [GD 1.8.3] De momento Adán se calló porque estaba reflexionando sobre las palabras de Eva. Entonces una voz interior que era santa porque venía de la Divinidad que estaba en él le dijo: «¡Si coméis del fruto de este árbol, moriréis!». Adán estaba tan asustado, que no pudo ni dar una respuesta a su querida Eva. [GD 1.8.5] «Pero Eva, ¿qué estás haciendo? Aún no estamos bendecidos por el Señor del Poder, de la Fuerza y de la Vida... Sabe que tienes el fruto de la muerte en la mano... ¡Tíralo, para que no muramos en la desnudez ante el Señor de la Justicia!». [GD 1.8.6] Eva se asustó tanto de la seriedad de Adán que, a pesar de toda su avidez, soltó el fruto de la muerte que cayó al suelo. Adán, viendo que la avidez de Eva se había perdido, tuvo una gran alegría con la liberación de los lazos de la avidez mortal de Eva. [GD 1.8.7] Pero la avidez que Eva había rechazado de su corazón también se encontraba ahí en el suelo... y mediante el Poder de la ira condenadora de la Divinidad se volvió una gran serpiente. Esta tomó el fruto de la muerte en sus fauces y subió al árbol, enroscándose en todas las ramas, rodeándole desde la raíz hasta la cima y clavando su vista fija en Eva que la miraba. Adán observó el comportamiento de Eva, pero aún no vio a la serpiente. [GD 1.8.8] Eva se acercó a la serpiente y, estimulada, siguió los movimientos enredadores fascinantes de su cuerpo con los colores irisados de su fría coraza de escamas. [GD 1.8.10] «Eva, mira aquí tu hija, expulsada por ti, que serpentea en el árbol de tus avideces... ¡No desprecies su fruto que como pequeña dádiva puse en tu regazo, sino goza de él, que es el fruto de tu amor! Disfruta de él tranquilamente, porque no sólo no morirás, sino que te saciarás con el conocimiento de toda clase de vida inherente a Dios –– al que tú temes, a pesar de que es más débil que tú». Y mira, entonces la lengua de la serpiente se rajó y sus puntas quedaron más agudas que la punta de una flecha. Luego la serpiente inclinó su cabeza hacia los pechos de Eva a la manera de los pequeños niños cuando quieren dar un beso, sin embargo, clavó sus dos dientes venenosos en ellos... Y a continuación la serpiente, que representaba las avideces de Eva, se presentó en forma de una reproducción de Eva misma... [GD 1.8.11] Entonces también Adán se dio cuenta de lo que pasaba allí debajo del árbol, y la segunda Eva le fascinó sobremanera; pero no se enteró de que no era sino la fantasmagoría de una serpiente... Seguidamente también en él se excitó la avidez –– provocado por la Eva seductora... Buscó el fruto en el regazo de su Eva, se volvió infiel al Amor y se entregó con sensualidad al fruto prohibido en el regazo de ella... Tras el consumo de este fruto Adán se reconoció a sí mismo como el primero... aquel que en el Reino de la Luz del eterno Amor llegó a la perdición por la gran vanidad de su ciego amor propio... aquel que cayó en el mar de la ira de la Divinidad eternamente implacable. [GD 1.9.1] Y ve: El eterno Amor, mediante el Poder y la Fuerza de su Misericordia, quitó las manos del Poder y de la Fuerza de delante de sus ojos de la Gracia que ilumina todo, y la Luz de la Gracia penetró en la cueva donde Adán lloraba y llegó detrás del zarzal donde Eva sufría en su gran tristeza. [GD 1.9.2] Las lágrimas de Adán cristalizaron en el regazo de la tierra –– conocidas por “tummim”; se volvieron piedras de los que en el sentido figurado irradia la Luz de los siete Espíritus de Dios... Lágrimas que cristalizaron por la Luz de la Gracia conforme al profundo arrepentimiento de Adán... Lágrimas cristalizadas que dan testimonio de la Sabiduría divina iluminadora, y que fueron dispersadas por toda la Tierra como recuerdos consoladores para el renacimiento venidero –– un renacimiento que debe ser como estas lágrimas de Adán: apto para la recepción de la gran Luz del mar de la Gracia de la Misericordia del eterno Amor, apto para la repartición, o sea, reflexión hermosa de una gran parte de la Luz recibida, y apto para la resistencia a cualquier tentación por parte del mundo... [GD 1.9.3] Y las lágrimas de Eva desconsolada fueron guardadas en la tierra detrás del zarzal, y obtuvieron el color del rubor de ella por su vergüenza justa de haber traicionado el amor sagrado de Adán. [GD 1.9.4] El eterno Amor vio que cada una de las lágrimas era justa ante Adán, el hijo del Amor misericordioso; y el Calor del eterno Amor las cristalizó en piedras llamadas “urim”, como símbolo de la aflicción justa de Eva. Una lágrima cayó en el mismo zarzal que la cubrió, y como fue una de las que estaban derramadas por haber perdido la inocencia, la flor originalmente blanca de este zarzal cambió en rojiza. Y ve, aunque hoy en día los hombres ya conozcan todas las plantas que existen en la Tierra, su verdadero significado en el sentido espiritual y en la Verdad no lo conocen ni lo conocerán antes de su renacimiento que es la Misericordia del eterno Amor que implica la Gracia de la Redención. [GD 1.9.5] Aún hay otro secreto que hay que descubrir a causa de la soberbia sacrílega de los hijos del mundo: Dos flores del zarzal fueron fructificadas con la lágrima que correspondía a la Eva inocente y conservaron su bendición fielmente para el eterno Amor... incluso durante todas tempestades de las épocas... y durante las grandes guerras de Jehová con los pueblos de la Tierra... Y, en la época de la dispensa de la Gracia desde lo Alto, estas dos gotas hicieron que en preparación y para la realización de la gran Obra del Amor misericordioso del eterno Dios, la mujer de Abraham y también la de Zacarías fueran profundamente vivificadas. [GD 1.9.6] Y ahora vuelve a fijar tu atención en Adán y Eva... Ven conmigo a su encuentro y fíjate cómo Yo, el eterno Amor, los encontré: desnudos, abandonados, llorando y afligidos por su arrepentimiento justo y su vergüenza justa; y cómo saqué a Adán y a Eva de sus escondites. [GD 1.9.8] Y las llamaradas de la ira del Dios infinito se volteaban por todos los espacios infinitos, amenazando a la Tierra allí abajo en la que en aquellas fechas el gran Amor se encontraba al lado de sus hijos caídos y arrepentidos, creados por su Gracia misericordiosa. [GD 1.9.9] Y fíjate: Estalló una lucha violenta entre el eterno Amor (que por el arrepentimiento y la contrición de los creados de nuevo tuvo Misericordia con ellos) y la Divinidad llena de ira por la profanación de su Santidad intocable que clamaba expiación. [GD 1.9.11] “¡Gran Dios sumamente excelso! ¡Apacigua tu gran ira y apaga las llamaradas devoradoras de tu ira más que justificada, y sé indulgente con los inocentes; porque este fuego destruirá a los justos y aniquilará al eterno Amor inherente en Ti!... ¡Y te aislará a Ti mismo dentro del enorme Poder y la gran Fuerza de tu Santidad!”. [GD 1.9.12] Durante el tiempo del acceso de ira de la Divinidad, en la Tierra que gemía, el Amor mantuvo protegida a la pareja arrepentida recién creada y, con el gran Poder y la Fuerza de su Misericordia, negó a la llamarada de la ira el acceso al lugar sagrado en el que se encontraban Adán arrepentido y Eva afligida. [GD 1.9.13] Ahora oye las palabras terribles con las que respondió la Divinidad en su gran ira, en un lenguaje únicamente comprensible para el eterno Amor, pues dijo: |
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