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[GD 1.9.14] “¿De qué me sirven los gemidos de la Tierra?... ¿De qué las lágrimas de la Luna y de qué los lamentos de los Soles?... Y ¿de qué las lamentaciones de las estrellas? Porque me he quedado solo, abandonado por mi Amor que se me ha vuelto infiel y que se alejó de Mí para meterse ahí abajo con esa escoria de maldad... ¿Qué voy a hacer Yo sin el Amor? ¡Por esto voy a destruir todas sus obras desde la base, para que en todas las eternidades ya no haya nada que pueda abstraer mi Amor de Mí!... Y seguiré siendo Dios, el Único en todas las eternidades, y como lo fui desde todas las eternidades... Y tú, Creación quebradiza de mi Amor que se ha vuelto débil, ¡derrúmbate en escombros, para que Yo vuelva a encontrar a mi Amor y para que pueda fortificarlo mediante el Poder y la Fuerza de mi eterna Santidad! –– ¡Amén!”. [GD 1.9.15] Acto seguido en todos los espacios de la infinitud de Dios se soltaron todos los lazos de la Creación y, con ruidos tremendos, los escombros se precipitaron a las profundidades de los espacios hacia la Tierra que también estaba destruida, pero todavía en el regazo amplio del Amor misericordioso. [GD 1.9.17] Ahora oye lo que dijo el eterno Amor... Escucha las palabras del Amor con su Poder y mira las grandes obras de la Misericordia con su Fuerza: [GD 1.9.18] “Gran Dios de todo Poder, de toda Fuerza y de toda Santidad, ¡retira tu gran ira, apaga su fuego destructor y, en la serenidad de tu Santidad, escucha las palabras de tu eterno Amor que es tu propia Vida... escucha a tu Amor que es eterno, poderoso y fuerte como Tú en él y él en Ti... No intentes destruir la Vida del Amor y, en consecuencia, a Ti mismo, ¡sino opta por la clemencia...! Permite que el Amor te proporcione satisfacción, exigiendo penitencia por tu Santidad profanada, ¡y ningún sacrificio que exijas a tu Amor por la reconciliación eterna de tu Santidad le resultará demasiado grande!”. [GD 1.9.19] Y ahora ve y fíjate en lo que entonces ocurrió: El fuego se apaciguó y en todos los espacios hubo un soplo suave, todavía acompañado por truenos causados por los fragmentos de los astros aniquilados que centellaban desde una infinitud a otra como rayos. [GD 1.9.20] Pero el Amor entendió los truenos de Dios que resonaron: “Te cargo con toda la culpa, como a la Tierra la cargo con los cascotes de los mundos de todos los espacio, y Tú vas a reconciliar la deshonra que sufrió mi Santidad... Vas a reconciliar mi Santidad que es el eterno vínculo entre Tú y Yo. ¡Y ahora maldigo la Tierra, para que ya no haya mancha que pueda ensuciar mi Santidad y para que no, como Tú, me vuelva una Divinidad profanada! ¡Y con esta maldición caerá a la carga de tu culpa que Tú tendrás que aceptar para reconciliar mi Santidad y lavar, con tu sangre, la Tierra de la maldición y la vergüenza causadas por el pecado de Adán!”. [GD 1.9.21] Y ahora oye lo que el Amor respondió... Dijo: “Gran Dios sumamente santo de todo Poder y toda Fuerza, ¡Hágase tu Voluntad!”. [GD 1.9.22] Nada más pronunciar estas palabras, se apagó todo el fuego en la Tierra y en todos los espacios de la Creación. Y, por el Poder y la Fuerza del Amor atendido por la Divinidad, los escombros de los Soles, de las Tierras y las Lunas volvieron a reunirse y volvieron a entrar en el mismo orden en que se encontraban en el origen de su existencia. Pero como eterna señal de su destrucción total en aquellos tiempos aún quedaron huellas indestructibles –– indestructibles como los estigmas del eterno Amor que más tarde en el más sublime de los tiempos sangraba en la cruz por todos... [GD 1.9.23] De modo que aquí y allá en la superficie y en los mares de la Tierra quedaron fragmentos de otros astros, como señal del Poder y de la Fuerza de Dios, que al mismo tiempo daban testimonio palpable de las obras grandiosas del Amor misericordioso. [GD 1.9.24] Y ahora entérate de lo que ocurrió después: Como el eterno Amor aceptó el desafío y de esta manera, de antemano, ya se reconcilió con la gran Santidad de la Divinidad, esta comunicó su santa Voluntad en un susurro ya más delicado y, otra vez únicamente comprensible para el Amor, dijo con benevolencia: [GD 1.9.26] Por esto voy a revocar mis sentencias. Y ahora mismo, conforme a tu petición, voy a aplicar Clemencia en gran plenitud y voy a reparar el daño causado por mis juicios. Nadie sino únicamente Yo puedo arreglar algo, porque solamente Yo soy bueno –– Yo, que soy el Padre santo... Lo que será mi nombre eternamente. Y Tú, mi Amor, eres mi Hijo... Y la Santidad que es el eterno vínculo todopoderoso de la Fuerza entre Tú y Yo y todo lo que ha surgido de nosotros, que sea el Espíritu santo que va a llenar todos los espacios y todas infinitudes en todas las eternidades. ¡Amén! –– Y esto os lo dice ahora vuestro Padre santo, lleno de Bondad. ¡Amén! [GD 1.9.27] Y ahora, mi Hijo amado, dile a la pareja contrita y triste ––y grábalo profundamente en sus corazones–– que en adelante y hasta el fin de su vida terrenal cumplan sin faltar con los mandamientos del Amor y de la Misericordia. Y Yo, para cuando lo tengo dispuesto, les mandaré un Mediador entre ellos y Yo, para redimir la gran culpa y para disminuir el gran peso de su desobediencia. [GD 1.9.28] Que hasta entonces perseveren con toda paciencia y afabilidad. Y el pan que les daré con escasez, se lo tendrán que ganar con el sudor de su frente... con lo que no se saciarán antes de la Venida del Mediador al que despertaré de entre ellos, bueno y perfecto como Tú y Yo somos buenos y perfectos, eternamente. [GD 1.9.30] Esto es lo que el Padre santo bondadoso comunica mediante su Hijo que es el eterno Amor en Él... y lo comunica mediante el Espíritu santo que es la Gracia efectiva procedente de los dos... Lo comunica para la remisión del pecado en su día venidero... del pecado que, en adelante, hará que los cuerpos se vuelvan pesados hasta tener que morir físicamente, para que tras esa muerte corporal puedan alcanzar la Vida –– pero esto a partir de la era del Mediador prometido. [GD 1.10.1] Ahora oye y comprende lo que el eterno Amor dijo e hizo... Cuando el Padre santo hubo terminado este discurso tan sumamente serio en el que anunciaba la Clemencia (todavía amenazando a los infractores de la Ley de la gran Gracia con el juicio y que el pecado acarrearía la muerte), de nuevo el eterno Amor estuvo conmovido hasta la profundidad más íntima de su Corazón misericordioso, y por segunda vez lloraba lágrimas de compasión y de alegría más íntimas y de sumas delicias por la gran Gracia clemente del Padre tan sumamente santo y bueno... De modo que con la más profunda conmoción el Amor dijo a Adán y Eva: [GD 1.10.2] “Ahora, Adán, viste los horribles juicios de Dios que se manifestaron ante ti, y Eva los vio y los experimento a través de ti. Pero ahora voy a abrirle también a ella la visión y el oído ––como también a todos los que surgirán de ella en número de las estrellas en el cielo, en número de las hierbas sobre la tierra y en número de los granos de arena en el mar que es infinito–– para que también ella en adelante pueda enterarse con sus propios sentidos de lo que hizo la Divinidad dentro de su ira castigadora y de lo que luego hizo el eterno Amor en su Misericordia ilimitada. [GD 1.10.3] Grabé la Ley en tu corazón, tal como también tú debes grabarla en el corazón de Eva; y, como señal que siempre os advertirá de los juicios de Dios como consecuencia de vuestro pecado, para vosotros y todos los que os seguirán, voy a hacer que aquí y allá se formen volcanes que ––hasta el fin de los tiempos–– de vez en cuando vomiten fuego... y os dejaré en herencia el rayo que os recordará a la devastación en aquellos tiempos... y os dejaré el trueno que sigue al rayo, para que os recuerde el nombre del Dios todopoderoso, en caso de que alguna vez os olvidéis de él... [GD 1.10.4] Y las lágrimas de compasión y las de la alegría más íntima por la gran Gracia del Padre santo Yo las coloqué en el amplio espacio del cielo, como una nueva Creación y como señal eterna... Que os iluminen en la noche de la Tierra, que os alivien en el crepúsculo de la vida y que os anuncien el día venidero... [GD 1.10.5] Y ahora alzad vuestra vista al cielo donde las estrellas lucen en un orden y esplendor diversos: las rojizas en señal de mi Misericordia y las blancas en señal de mi Alegría por la gran Gracia del Padre tan sumamente santo y bueno. Y, más allá de las estrellas de las lágrimas de la Misericordia y de la Alegría, ved aquel cinturón ancho muy claro que también está compuesto de estrellas... Se trata de estrellas de los tiempos primarios, como resultado de la lágrima del Amor que en aquella época ya tuvo Misericordia con los espíritus entonces caídos... Este cinturón que está trazado a lo largo de toda la anchura del cielo os sirva como señal de la alianza eterna y santa entre el eterno Amor ––que hizo que existierais vosotros y todo lo demás que existe–– y la Divinidad que juzga todo conforme su eterna Santidad. [GD 1.10.7] Allí donde en el amplio cielo parece que este cinturón está cortado, allí siempre mirad con gusto, emoción y llenos de agradecimiento; para que a vosotros y toda la Creación este lugar os sirva de recuerdo eterno el que vosotros por vuestra infidelidad rompisteis conmigo y Yo entonces por compadecerme de vosotros rompí con la Santidad de Dios... Y que la parte en la que parece que el cinturón prosigue, os sirva de señal de la gran intercesión del eterno Amor ––que soy Yo desde las eternidades–– entre la Santidad sagrada de Dios y vosotros que, infieles, pecasteis ante el semblante de su ilimitada Santidad. |
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