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[GEJ 5.275.8] Uno de los hombres que en su visión espiritual había sido transportado a la superficie del planeta Urano, me preguntó si aquellos hombres tan fuertes a los que allá había visto perfectamente ya eran una especie de seres bienaventurados. Pues le habían dado esta impresión, sólo que le sorprendió que allá los hombres trabajaban con mayor diligencia que los hombres más aplicados de esta Tierra. También había visto muchos edificios grandes en construcción, con la misma diligencia… Y se preguntaba si en el Reino celestial los bienaventurados tenían que construir sus casas como los hombres aquí en la Tierra.

[GEJ 5.275.9] Y Yo le respondí: «En parte también es así. Pero los hombres que tú has visto en aquel mundo aún no son espíritus, ni mucho menos, ¡de modo que menos aún son bienaventurados! Para aquel mundo ellos son hombres materiales como vosotros aquí en este astro - sólo con la diferencia de que únicamente vosotros, los seres humanos de la Tierra, tenéis la misión de haceros niños de Dios, mientras que los seres humanos de las innumerables miríadas de mundos cósmicos no tienen esta misión - aunque tampoco estén categóricamente excluidos. Pero para conseguir eso, allá hace falta mucho más que aquí en esta Tierra que ya desde el principio está destinada a tal fin.

[GEJ 5.275.10] Verdad es que había otra tierra muy grande que recibía su luz también del Sol de este sistema solar. Aquella tenía la misma misión que esta Tierra; pero sus habitantes se excedieron exageradamente, con lo que les tocó un gran juicio - como ya sucedió una vez a esta Tierra (El diluvio) - con la diferencia de que aquella Tierra fue destrozada totalmente con todos sus habitantes porque se habían hecho demasiado orgullosos e inmorales. (Los fragmentos están en órbita alrededor del Sol: los asteroides, que orbitan entre el Marte y el Júpiter.)

[GEJ 5.275.11] Más detalles sobre esto podéis aprender de mis discípulos. Aun así, si fiel y activamente quedáis en mi Doctrina, con el tiempo vuestro espíritu, al hacerse uno solo con vuestra alma, os lo mostrará y os guiará en todas las Verdades más maravillosas».

[GEJ 5.275.13] A eso, con buenos ánimos, se presentó Elisa que había participado diligentemente en la preparación del desayuno, y nos invitó a todos a la comida matutina. Pero los vecinos le pidieron perdón porque ya habían desayunado cada uno en su casa.

[GEJ 5.275.14] Por eso Bernabé dijo: «¡Esto no importa! Porque la comida está preparada para todos como la cena anoche, ¡y por eso podéis sentaros de buen humor a las mesas!».

[GEJ 5.275.15] De modo que todos volvieron a entrar en la casa y con mucho gusto se sirvieron de la comida matutina. Después de la comida los discípulos estaban muy ocupados; porque los vecinos empezaron a preguntarlos por lo de los esenios, y así una palabra causó la otra. Así, entre preguntas y respuestas, el tiempo pasó volando. Al anochecer no tomamos cena, sino sólo un poco de pan y de vino. A esta ocasión algunos discípulos dieron también pruebas de su habilidad de realizar prodigios, con lo que los vecinos se sorprendieron mucho y se les aumentaron las ganas de observar exactamente las prescripciones de la Doctrina percibida.

[GEJ 5.275.16] Yo estaba continuamente ocupado con nuestro patrón Bernabé. A esta ocasión él también mencionó los dos milagros que Yo había realizado en el Templo como muchacho de doce años de edad, y aunque estos dos milagros le habían impresionado enormemente, quedó convencido de que Yo era de la escuela de los esenios - de lo que ahora era completamente convencido del contrario. Pues me reconocía como Aquel como El que Yo mismo me había presentado en aquellos días en el Templo. Ahora toda la comunidad junto con Bernabé era completamente ganada. Todavía teníamos tiempo para charlar un poco sobre diversos asuntos. Y, como pronto anocheció, por supuesto no nos faltaba una buena cena.

[GEJ 5.276.1] El día siguiente fuimos al vecino que vivía más lejos de la casa de nuestro patrón, y allí pasábamos todo el día y también toda la noche. Allí sucedió que Yo, visible a todos, hice que me sirviesen ángeles que también servían a los otros huéspedes. Con eso el asombro ya no tenía límite y los habitantes se sentían realmente trasladados a los Cielos. También conversaron con estos puros espíritus celestiales sobre muchos asuntos y alabaron su sabiduría y su gran poder porque durante aquella noche se realizaron muchos prodigios; y eso para el bien de estos habitantes íntegros de aquellas montañas.

[GEJ 5.276.2] Entre los muchos milagros prodigiosos destacó también que este vecino mencionado obtuvo una casa completamente nueva y muy adecuada, como también alimentos en abundancia y vinos de la mejor categoría. Del mismo modo todos los habitantes obtuvieron a una gran cantidad de animales domésticos muy útiles, y sus jardines quedaron arreglados de la mejor manera; también todas sus casas quedaron bien arregladas y provistas de talleres, cada casa según sus conveniencias. No hará falta mencionar que todos estos hombres estaban fuera de sí de puro asombro y gratitud...

[GEJ 5.276.3] Esta escena nocturna terminó por la mañana y, en mi Compañía, todos los vecinos volvieron a sus casas, sumamente felices, contentos y llenos de la gratitud. Y llenos de admiración, todos admiraron sus casas, jardines y campos tan perfectamente arreglados. Ante todo eso no podían separarse de Mí, de modo que Yo tenía que hacer una visita en la casa de cada uno, junto con mis discípulos, y ser su huésped. Y en estas casas se comentaba mucho las diversas condiciones y situaciones del mundo.

[GEJ 5.276.4] De esta manera este pueblecito pobre obtuvo una ayuda doble, es decir, física y moralmente... Pero cuando después del tiempo transcurrido Yo empecé a hablar que dentro de poco Yo iba a partir a Jerusalén para participar en una fiesta, todos se entristecieron mucho y Bernabé me peguntó, cómo Yo todavía pudiese entrar en esa ciudad tan profundamente desmoralizada e impía.

[GEJ 5.276.5] A esta pregunta Yo respondí: «Amigo, dónde haya el mayor número de enfermos, ¡allí es donde más se necesita a un médico!».

[GEJ 5.276.6] Pero como los habitantes me lo rogaron tan encarecidamente, todavía me quedé algunos días más en aquella aldea. Aún les di unas cuantas explicaciones útiles, como también a mis discípulos, a los que no les parecía bien que Yo fuera a esa fiesta del otoño a Jerusalén.

[GEJ 5.276.7] Pero Yo dije a mis discípulos: «¡Así es la Voluntad del Padre, de modo que nunca puede ser diferentemente!».

[GEJ 5.276.9] El día en que nos pusimos en camino era un ante-sábado, porque queríamos llegar a Jerusalén el sábado - el día cuando iba a empezar la fiesta. Por eso teníamos que abandonar el lugar donde habíamos descansado varias semanas, para poder estar en Jerusalén la mañana del sábado; pues para llegar allí teníamos que viajar aún un día entero.

[GEJ 5.276.10] Después de haber tomado el desayuno, Yo bendije la aldea y a sus habitantes. Acompañado de todos, me puse en camino, tomando el acceso nuevo que nadie antes había usado. A la salida de la gruta Yo recomendé a los acompañantes que regresaran; y una vez más les encomendé tener plena fe en Mí y en el amor a Dios. Y también les dije que nunca empiecen a vacilar en esta fe; porque entonces, transcurridos algunos años, Yo iba a volver a ellos en estado transfigurado, y darles a todos la fuerza de mi Espíritu. - Por esto todos me agradecieron y me pidieron que incluso estando lejos de ellos no los olvidara.

[GEJ 5.276.11] Pero Yo les dije: «Queridos amigos míos. ¡Para Mí no existe el olvido, porque este sólo existe con los seres humanos! El que no me olvida a Mí, a este tampoco Yo le olvido eternamente. Por eso, mientras todavía estéis encarnados, ¡permaneced fieles a Mí y, como ya os he afirmado e incluso mostrado varias veces, os daré la Vida eterna en mi Reino! ¡Amén!».

[GEJ 5.276.13] Luego se retiraron llenos de las mejores intenciones y de la mejor voluntad. Ya que estaban abastecidos de todo lo posible, y como ya no tenían que desplazarse a Nahim para traer sal, decidieron disimular también este acceso de una manera que nadie ya podría descubrirlo. Y tal como lo habían previsto, tal también lo realizaron con fuerzas unidas durante aquel día de ante-sábado. De modo que quedaban completamente desconectados de todo el mundo, y llevaban una Vida estricta y severa exactamente conforme a mi Doctrina. Fin de la quinta parte.

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