Capítulo 1 | Obispo Martín |
14. Martín empezó a inquietarse profundamente y, como su situación se volvía cada vez más desesperada, se lamentó: «Ay, ¡válgame Dios! (estas palabras no eran sino una muletilla que siempre solía pronunciar) ¿Qué es esto? He llamado ya tres veces y todavía en vano... 15. ¿Acaso estoy condenado a la perdición? Pues no, porque no veo demonios ni tampoco fuego. |
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