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Capítulo 2 Obispo Martín

Si bien recuerdo me parece haber oído alguna vez que un espíritu no tiene sino pensarlo y ya se encuentra a dónde quiere ir. Pero ya veo que en eso de los espíritus hay gato encerrado. Tengo todo lo que tenía en la Tierra: pies y manos, cabeza, ojos, nariz y boca ¡y un estómago que desde hace tiempos guarda una auténtica abstinencia real! Si no abundara aquí el musgo con rocío, ¡ya habría quedado poca cosa de mí! A ver si allí encuentro también algo mejor para el estómago... – Obispo Martín, Capítulo 2, Párrafo 18

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