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Capítulo 203 Obispo Martín

Martín, nuevo ángel de la guarda, pronuncia un discurso a su comunidad del Sol. Respuesta acertada de Uhron a Martín. Sus ruegos dirigidos al Señor

1. Martín me dio las gracias y se dirigió a Uhron y Shonel: «Hermanos míos, con vuestros propios ojos visteis y con vuestros oídos oísteis todo lo que el Señor ha realizado ante vosotros y lo que ha dicho. Cuando comprendisteis que los ruegos son más importantes que la gratitud, nos pedisteis que, en adelante, el Señor y nosotros permanezcamos entre vosotros. El Señor ha atendido vuestros ruegos y os concederá todo lo que vuestro gran amor para con Él y con nosotros desea. Pero va de sí mismo que sólo dentro de su eterno Orden...

2. Aunque nosotros mismos no nos quedemos aquí, os abriremos un camino seguro por el que siempre podréis venir a nosotros como nosotros a vosotros, visiblemente.

3. En adelante continuad en el espíritu de la enseñanza que os llegó de la boca del Señor mismo, y el camino hacia Él os resultará milagrosamente corto. Ahora estáis penetrados enteramente de sus palabras, pero si alguna vez en el futuro las seguís en menor grado, el camino os resultará cada vez más penoso. Aunque el Señor mismo y vuestro gran amor hacia Él os salvarán de algo parecido.

4. Mi casa y la del Señor no son dos casas sino una sola, una casa del Amor. Ya sabéis donde está; de modo que venid cuando queráis. En nuestra casa encontraréis al Señor siempre entre nosotros, como el eternamente santo y buen Padre entre sus hijos que le aman sobre todo. ¡Así sea en nombre del Señor!».

5. Uhron tomó la palabra: «¡Todo nuestro amor sea para el Señor y a través de Él también para vosotros! ¡Y su nombre sea eternamente alabado!

6. ¡Que nuestras queridas hijas que el Señor y nosotros os dimos representen ante vosotros nuestros corazones llenos de gratitud! Y nuestros cánticos de alabanza que dedicaremos al Señor, y a vosotros en Él, resuenen en pura armonía hasta donde lleguen los rayos de nuestro mundo en el infinito».

7. Y dirigiéndose a Mí continuó: «Y Tú, Padre sumamente santo, acuérdate de nosotros, tus nuevos hijos. Manténnos eternamente en tu Gracia y tu Amor a todos nosotros, a nuestros descendientes y a nuestra gran comunidad. Pero acuérdate también de aquellas otras comunidades y otros pueblos que viven en este gran mundo en regiones que nos son totalmente desconocidas. ¡Hágase tu Voluntad tanto en ellos como en nosotros, según tu Amor y tu eterna Sabiduría!».

8. «Os digo: ¡Amén! De todos los lugares de mis infinitas creaciones los reuniré alrededor de mí y a cada uno le daré lo que le corresponda, en toda plenitud y para siempre. ¡Mi amor y mi Misericordia sean con vosotros!».

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