Nos levantamos todos y en el mismo instante nos encontramos ya en casa de Martín. Allí nos esperaba el grupo de bañistas, todos bien purificados. Al vernos, en seguida se arrojaron al suelo y me imploraron que tuviera piedad de ellos, y Yo se la concedí en toda plenitud. – Obispo Martín, Capítulo 204, Párrafo 1
|