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Capítulo 1 Roberto Blum, Libro 1

La vida de Roberto Blum

1. Este hombre, de origen alemán, vino al mundo en circunstancias muy precarias, y, salvo los últimos años de su vida, tuvo que luchar constantemente contra la miseria, por motivos bien fundados aunque todavía desconocidos para él. Su alma y su espíritu eran originarios del planeta Urano del que por la revelación del «Sol natural» sabéis que sus habitantes son capaces de remover montañas por su constancia, de manera que hacen, incluso como espíritus, lo que no les fue posible hacer vivos.

2. Fue preso y ejecutado por su audacia, inclinación que manifestó desde la infancia. Aunque muy pronto Yo mismo puse ante él obstáculos eficaces para que intentase enderezarse, esto tuvo poco éxito en este mundo. La constante insistencia de su espíritu abrió finalmente un camino por el que consiguió una acción más amplia.

3. Partiendo de este principio hizo mil planes y los realizó en la medida de lo posible. Su corazón vibraba ante todo por el bien de los pobres y no reparaba en sacrificios. Si hubiera dispuesto de todos los bienes de la Tierra los habría arriesgado, y también su vida, en el cumplimiento de tan hermoso ideal.

4. Este concepto de la vida se lo debía a la Escuela de Religión Mundana, de Ronge (escritor y fundador del catolicismo alemán independiente de Roma, 1813-1817) que no era propiamente una religión, ni una iglesia, ni jamás lo será, porque me niega a Mí, el Señor, reduciéndome a un hombre común, doctrinador de la antigüedad.

5. Esta sedicente “Iglesia Pura” rechaza el cimiento fundamental y construye su edificio sobre arena. Por tal motivo su existencia será incierta. En cuanto al bien de los pobres, la iglesia de Ronge concordaba con las ideas de Roberto Blum en que no tenía base: lo que viene del mundo es ínfimo y sin fuerza. El poder de destronar a todos los gobernantes sólo lo veía en su oratoria.

6. Era tan fuerte su convicción en este punto que le impedía cualquier reflexión. Incluso advirtiéndole Yo íntimamente cuando emprendía sus proyectos más audaces, no impedía que los realizase. Tenía un lema: un alemán podía sacrificarlo todo menos una idea que hubiera concebido.

7. Algunos sucesos fortalecieron todavía más su manera de pensar; así que porque la demolición de algunos montes políticos salió bien, se atrevía a “subir al Himalaya”, ganándose con ello la confianza de todo el país. Esta confianza fue su ruina.

8. En una Reunión Nacional celebrada en Frankfurt vio el poder de su oratoria. Compartiendo el espíritu creado se regocijó con la victoria. Confiado, se dirigió rápidamente a Viena cuyo pueblo seguía sus ideas. Allí pretendió dar muerte a treinta gobernantes de una sola vez sin pensar en que Yo, aunque nada representara para él, tenía derecho a manifestarme antes que consumara su intento.

9. Se basaba en mi doctrina de que la persona debe ser perfecta como lo es el Padre celestial, que solamente uno es el Señor, y todos los demás, sin distinción de clase ni sexo, hermanos. Sólo que no explicaba cuál era el modelo para la perfección. ¡A su parecer el Señor era él mismo, el poder de su retórica! Se olvidó que los gobernantes son criaturas que poseen mi poder, y que también está dicho en mi doctrina “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, “someteos a las autoridades, buenas o malas, pues no habría poder sin permiso del Cielo”. Sólo la plegaria y una conducta justa dentro de mi Verbo pueden luchar contra tal poder, nunca un usurpador político.

10. Este hombre fue preso en la ciudad donde quería concretar su ideal popular por el poder de las armas y de su palabrería. Tras un breve proceso fue fusilado como enemigo del Estado el 9 de noviembre de 1848. Así acabó su carrera en la Tierra.

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