1. Aunque a esto alguien va a decir aquí: “Consta que es correcto que tan sólo mediante una verdadera lectura se puede cosechar el verdadero fruto de una lectura. Pero si a alguno le está dado tanto material, entonces por la cosa de la actividad también lo puede poner aparte, y de esto sólo leer tanto como está convencido de poder incluirlo en la actividad. 2. ¡Reflexiónese tan sólo sobre la enorme cantidad de lo que está ofrecido en la Sagrada Escritura en el Antiguo y el Nuevo Testamento, y junto a esto, la enorme cantidad de libros verdaderamente exegético—espirituales! ¡De modo que si todo esto se leyera conforme el grado de la actividad, realmente así, durante toda la vida, a lo sumo se llegaría a terminar con algunos pocos capítulos!”. 3. Pero Yo digo: Pues mirando el asunto desde este punto de vista, por supuesto, el que refuta tiene razón. Porque si sólo se quiere leer tanto —y no más— de lo que uno está más o menos convencido de realmente poder realizarlo, entonces, por supuesto, incluso también algunos pocos capítulos ya serían demasiado. Pero observando este asunto desde otro punto de vista, entonces el material reservado nunca será abundante, con lo que el lector inmediatamente puede transformar lo leído en realidad.
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